domingo, 7 de abril de 2019

Porqué #SmartCity es un compromiso cívico mayor


¿Sabías que la palabra Smart es el acrónimo de “Self Monitoring Analysis and Reporting Technology”? 

Bueno, digo ésto, me alejo de su origen, sic, y me voy a su uso más urbano, y qué significado tiene cuando la llevamos al espacio de ciudad o región donde las personas conviven, interaccionan y se relacionan.

Smart se usa como prefijo linguistico, un adjetivo comunicacional, y un concepto bastante "quemado" . 

La palabra Smart suele usarse para indicar de que algo es inteligente siempre que haya alguna TIC de por medio, pero es más adecuada cuando se debe pensar y actuar inteligentemente. 

La palabra Smart se usa abiertamente para hablar de "ciudades inteligentes", SmartCity, mezclando dentro de la idea varios ámbitos: tecnológico, económico, financiero, movilidad, etc. Pero, 
SmartCity NO es un tema digital, NI informático, NI tecnológico. 

Durante muchos años se ha asumido que una SmartCity es una ciudad con wifi en las plazas, a usar Apps, especialmente con datos abiertos. Pero la realidad ha mostrado que este tipo de actuaciones ni ha mejorado la calidad de vida ni ha hecho mejores ciudades. Es más, la propia tecnología ha generado guettos o desigualdades. 


Es más, luego de múltiples catástrofes como terremotos, tsunamis, deslaves, entre otros fenómenos, o desafíos económicos y sociales, como sobrepoblación, desigualdad social entre barrios, inmigración urbana, inseguridad urbana y desprotección policial, entre otros, las ciudades ya no buscan ser más tecnificadas, sino más seguras, resilientes y justas. 

Así, Smart City es vivir bien -NO hiperconectado-, es intentar una resiliencia por el buen vivir ante la demagogia y el monopolio de las TIC como único futuro posible (ver http://www.christianestay.com/search/label/SmartCity).

Por eso Smart City ahora significa ciudades pensadas y diseñadas de forma inteligente, con una inteligencia que se espera sea útil para vivir bien de aquí a 50 años o más. 

Esto significa repensar a las ciudades en su funcionamiento, pensando en los fallos de consumo, en la contaminación o en los imprevistos que puedan existir debido a la gestión de los servicios urbanos, la ordenación de las ciudades, o los espacios seguros.

Por esta razón, una SmartCity requiere compromiso cívico, lo cual significa un compromiso activo si la ciudad ha de ser inteligente.

Este compromiso requiere de los ciudadanos crear y participar más en el desarrollo de sus propias ciudades, y que los actores que gestionan la ciudad faciliten ese compromiso y adquieran el mismo compromiso como ciudadanos, no como una élite funcionarial.

Hablamos de un mejor control del gasto público, de un mayor rendimiento del transporte público, de crear nuevas ideas y aplicaciones para sus ciudades, y de facilitar y ordenar datos.

Se trata ahora de que los gestores de los espacios urbanos y territoriales sean proactivos en mejorar la calidad y seguridad de vida de las ciudades aprovechando las TIC y las tecnologías.

En fin, una SmartCity es un espacio de encuentro de diferentes realidades que requiere compromisos cívicos mayores.

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